La impresora 3D se convierte en un fenómeno de masas
Bre Pettis, neoyorquino de 40 años, exprofesor, exhacker y exmultiartista, creó en 2009 Makerbot, dedicada a fabricar impresoras para reproducir objetos en tres dimensiones. Fueron presentadas en 2011 y 2012 en la Feria Electrónica CES, pero fueron más bien ignoradas. Sin embargo, en la feria del 2013 (del 8 al 11 de enero), el pequeño stand de Pettis en una esuina de la feria estaba repleto de gente y cámaras.
En la pared del stand de la feria, una docena de impresoras Replicator trabajaban sin descanso. En silencio, pacientemente, capa a capa, va creciendo en cada una de ellas una figurita que, 44 minutos después, es el busto de una Venus de Milo de unos 10 centímetros de altura.
Bre Pettis, jefe de Makebort. |
Todas las impresoras, del tamaño de un microondas, y de 11,5 kilos de peso, estaban en funcionamiento, menos una, que permanecía tapada. “Estamos aquí para desvelar el último modelo de impresora 3D”, anuncia Pettis. “Es la Replicator 2X”, y entonces quitó el trapo que oculta una especie de pecera. “En la primera impresora tridimensional se emplearon cinco años, esta última apenas cuatro meses”. Efectivamente, en septiembre salió la Replicator 2, que ha supuesto un éxito fulgurante de ventas.
Si la impresora anterior costaba 2.200 dólares la nueva ha subido a 2.700. Lo novedoso es que incorpora una doble entrada de material, en este caso un filamento de plástico reciclable, que permite la combinación de colores. Hay una veintena para escoger.
Parece obvio que en una impresora del tamaño de un microondas no se van a poder reproducir muebles de cocina. “No está tan claro, dependerá de la imaginación del creador”, dice Prettis. Y como prueba muestra las esculturas colocadas en el stand, mucho mayores que el tamaño de sus impresoras.
Un objeto fabricado con la impresora 3-D. |
Pettis y sus empleados reparten un ejemplo de las habilidades de Replicator, un tornillo diseñado por Aubenc, usuario del sitio de diseños 3D Thingiverse, fabricado en dos piezas y a la vez con el plástico PLA. Costó 22 minutos y 0,19 dólares en material. El aspecto es de una pieza de montaje de Ikea. Con él Pettis quiere probar la durabilidad y resistencia de los objetos que salen de sus impresoras.Pese al baño de multitudes, ni por precio ni por las limitaciones que aún tiene, Replicator 2X no reemplazará a las tabletas como fenómeno de consumo, pero algo muy importante ha conseguido Bre Pettis en la feria de Las Vegas, convencer al gran público de que sí, que imprimir objetos es posible.
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